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Un día para el tiempo.

Actualizado: 8 feb 2020

El reloj marcaba las 00:05 cuando un celular comenzó a sonar una y otra vez, hasta que la persona que se encontraba acostada despertó y al darse cuenta que era una llamada contesto, al finalizarla después de un par de segundos, rápidamente el sueño que lo mantenía dormitando lo abandono.


Se levanto y arreglo rápidamente, salió de su habitación fue al baño, cepillo sus dientes, se acomodo el cabello, orino y salió del baño, a travesó la sala dirigiéndose a su cocina para calentar un poco de agua para café.


Pasada una hora y tomarse su café, decidió salir de prisa pues sabía que ya debía llegar a su destino, al salir de su departamento alcanzó a ver entrar a la señora del departamento “noviembre” que era el nombre que en lugar de números le habían puesto a las doce habitaciones de ese edificio, le sonrió tenuemente y el contestó de la misma forma, siguieron su camino, la señora entró a su casa pues cansada ya se veía y el hombre que al pesar de verse aún más cansado tenía que salir así que avanzó hasta el final del pasillo observó el elevador y las escaleras de emergencia, por un momento y con una sonrisa pícara seleccionó el botón del elevador, espero un par de minutos y al llegar entro sin más contratiempos, llego a la planta baja y al ver al oficial de recepción dormido dijo en voz baja, como trabajas cabron.


Al salir del edificio observó con aprecio la noche, el silencio que recorría toda la calle y la claridad que le proporcionaba la luna a la tierra, se dirigió a su auto un shadow muy viejo que tenía y se encontraba en perfectas condiciones, se subió y lo arranco avanzó con gran velocidad pues no había autos ni semáforos que en ese horario estén funcionando, por lo que podía ir de 90 a 100 km por hora en la ciudad.


Llegando a su destino vio a mucha gente algunos mas afligidos que otros, camino entre ellos hasta que una mujer de pelo rojizo largo y lacio le toco del hombro y seguido de una disculpa le pregunto si tenia fuego para un cigarrillo, el hombre saco sus cerillos y le prendió fuego, la pelirroja se inclino prendió su cigarro y le pregunto a continuación, ¿y usted de parte de quien viene? El hombre levanto la mirada la vio fijamente a esos ojos sollozantes y le pinto una sonrisa delicada y tenue mientras le contestaba, soy un viejo amigo de casi toda la vida cuando éramos niños el me ignoraba por lo general parecía que no existiera nunca estábamos de acuerdo e incluso peleaba contra mi constantemente.


Perdón dijo la señora, no sabia que tenia tal amigo de la infancia.


El hombre comenzó a reír, como te decía no creo que me recuerde de cuando éramos niños a pesar de crecer juntos nos ignorábamos uno al otro constantemente, de hecho es curioso en algún momento de su vida me hablo el ya era todo un hombre de bien y mal como cada uno de nosotros y me dijo que le gustaría   poder ignorarme de nuevo, pero que ya no podía, era tan consiente y tan triste que era un poco gracioso, ambos sabíamos que ya no podíamos ignorarnos así que comenzamos a pasar más momentos juntos. Teníamos un control preciso de lo que hacíamos y de lo que nos gustaba hacer juntos, es sin duda alguna mi mejor amigo.


La señora tenia un rostro lleno de curiosidad el hombre frente a ella hablaba de todo lo que hacia con su esposo el cual estaba por sucumbir a la muerte, mientras ella pensaba en silencio como es que no sabia de tal amigo de su esposo. El hombre le dio sus cerillos y le dijo; tranquila no es que no supieras de mi es solo que generalmente soy silencioso y solo cuando eres consiente de mi, existo.


El hombre se alejo y al llegar con su amigo, le dijo, es tiempo, el hombre moribundo devastado pensaba en lo joven que era y maldijo a su amigo que acaba de llegar, te odio y no es justo.


El hombre se acerco y le dijo nunca seré lo que esperas, porque existo solo para privarlos de su libertad y algún día espero ustedes también dejen de privarme de la mía.


Al dar las 5:00 am se declaro la muerte del paciente, todos al recibir la noticia lloraban y solo un hombre salió de allí caminando casi imperceptible y con una sonrisa tenue y misteriosa, al llegar a su auto comenzó a sonar nuevamente su teléfono.



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